Las elecciones de 2022 en Francia parecían ganadas por el actual presidente Emmanuel Macron. Hoy, a sólo seis meses del escrutinio, Eric Zemmour, un famoso polemista de la tele, podría complicar ese escenario.
Eric Zemmour es un firme partidario de las ideas de extrema derecha y desde 2002 ha aparecido con frecuencia en diferentes programas de debate de la televisión francesa. Además de escribir libros, fue director del periódico conservador Le Figaro.
Aunque no ha declarado oficialmente su candidatura, Eric Zemmour ya aparece en los sondeos electorales entre los principales aspirantes a la segunda vuelta, superando a Marine Le Pen en uno de ellos.
Fronteras cerradas y mercados libres
Durante los casi veinte años que Eric Zemmour ha pasado por la televisión francesa el ahora potencial candidato ya ha defendido muchas ideas cercanas al trumpismo. Zemmour ha confesado tener “cierta” admiración por el presidente ruso Vladmir Putin y piensa que el pueblo francés está siendo sustituido por un “pueblo extranjero” (los musulmanes), que sería responsable de la degradación del país.
Eric Zemmour también es partidario de “privatizar el servicio público”. Esto lo sitúa en una posición privilegiada para el mercado respecto a la otra candidata antiglobalización, Marine Le Pen. Así, la candidatura de Zemmour puede representar para la derecha francesa lo que Trump ha significado en Estados Unidos y Bolsonaro en Brasil. En otras palabras, su candidatura es la encarnación de un discurso antiglobalización y pro mercado.
Eric Zemmour es el anti-Deleuze
Aunque Eric Zemmour se considera un firme defensor de la cultura francesa frente a la “americanización”, ataca a diario uno de los pocos productos intelectuales franceses de relevancia internacional en la actualidad: el pensamiento posmoderno inaugurado por Foucault, Deleuze y Lyotard. Para Zemmour, mayo del 68, acontecimiento fundador de la French Teory marca también el inicio de la “esquizofrenia, la ceguera y el desorden” en Francia (Le Suicide français, 2014).
Sin embargo, lo que Zemmour quizás no se da cuenta es lo mucho que ha heredado de la retórica posmodernista. En un reciente debate con el filósofo de la tele Michel Onfray, Eric Zemmour parecía especialmente inspirado por el vocabulario de Deleuze y Guattari. Al hablar de la inmigración, por ejemplo, Zemmour utilizaba repetidamente la expresión “flujos de población”. Los flujos “están por todas partes”, llegó a afirmar.
Durante el debate con Onfray la noción de nómada también apareció en el discurso de Eric Zemmour. Para él, el mundo se divide entre pueblos nómadas y sedentarios. Los primeros deben defenderse de los segundos si quieren sobrevivir.
Incluso el complejo de Edipo figura en la retórica de Zemmour. En Le Suicide français (El suicidio francés), de 2014, Eric insinúa que Mayo del 68 significó el fin del proyecto de Charles de Gaulle de restaurar “al padre en el trono” de Francia.
Así, el discurso de Eric Zemmour reproduce la ideología posmoderna deleuziana. Sin embargo, invierte su sentido. Para él, hay que cortar los flujos, reprimir los cuerpos nómadas y restaurar la tríada edípica “papá-mamá-yo”.
¿Y la izquierda?
Macron, que en su día fue considerado un político de centro-izquierda, hoy reproduce un discurso autoritario y policial. Así, la izquierda francesa es la única fuerza política que puede impedir el posmodernismo de sentido contrario que representa Eric Zemmour.
Desgraciadamente, el electorado francés de izquierdas está actualmente dividido entre el Partido Socialista (antiguo partido de Macron) y el movimiento de la Francia Insumisa liderado por el antiguo miembro del Partido Comunista Jean-Luc Mélenchon. Sin embargo, la ruptura que provoca Eric Zemmour en la derecha francesa podría ser la oportunidad perfecta para que estas dos fuerzas electorales de izquierda se unan para llegar a la segunda vuelta en Francia y tener la posibilidad de derrotar a Macron.
Esto significa que ha llegado el momento de que las diferentes maquinarias políticas de la izquierda francesa se junten para formar un nuevo cuerpo sin órganos capaz de registrar las diferentes corrientes de rebelión que recorren Francia, como los chalecos amarillos. Sólo este movimiento inesperado podría poner fin al posmodernismo reaccionario de Eric Zemmour.